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Hace muchos años había un patio enorme lleno de colores, juegos, historias y días interminables. Era el lugar más deseado de la mañana, el paraíso de todos nosotros, los que soñábamos con él todos los días, a las 11.15 de la mañana, mirando cada minuto aquel reloj que nos habían enseñado a interpretar recientemente.
Ahora, aquel patio sólo vive en el recuerdo de quienes lo pisaron. Sólo queda de él aquellos trazos pintados en el suelo; antes laberintos, ahora simples rayas. Aquella fuente llena de agua, que ahora yace seca. Aquel gigantesco árbol que nos daba sombra, y que ahora apenas consigue proteger de los rayos nuestros pies y nuestras manos.
El patio está ahí, pero ya no es el mismo. Ya no hay niños sobre él, pues ahora sobre él descansa sólo una botella vacía de whisky y un puñado de vasos rotos. Ahora, el patio sólo tiene un par de pasos de largo, y hace mucho que nadie ve por allí aquella bendita inocencia que lo resguardaba del tiempo.
Ahora, aquel patio sólo vive en el recuerdo de quienes lo pisaron. Sólo queda de él aquellos trazos pintados en el suelo; antes laberintos, ahora simples rayas. Aquella fuente llena de agua, que ahora yace seca. Aquel gigantesco árbol que nos daba sombra, y que ahora apenas consigue proteger de los rayos nuestros pies y nuestras manos.
El patio está ahí, pero ya no es el mismo. Ya no hay niños sobre él, pues ahora sobre él descansa sólo una botella vacía de whisky y un puñado de vasos rotos. Ahora, el patio sólo tiene un par de pasos de largo, y hace mucho que nadie ve por allí aquella bendita inocencia que lo resguardaba del tiempo.
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[ Foto: "Entre rejas" (Patio del colegio "Villa de Brest", Cádiz). Todas las fotos publicadas en este blog han sido tomadas y retocadas por Marta Álvarez Martín.]
1 comentarios:
pobre patio!!! vaya cambio que ha sufrido