Author: Marta Álvarez Martín
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A veces duermo y duermo, duermo como si dormir fuera una muerte pasajera, un olvido de la vida, una purga de pecados. Pero de los sueños siempre se escapa. Y de la vida solo se puede escapar una vez y no más. La realidad es moldeable pero jamás se elige el molde. Somos tan grandes y somos tan miserables…

Ayer, paseando de link en link en el mundo de la hipertextualidad, me topé con un artículo bastante interesante que decía que un biólogo posiblemente había encontrado la clave para que el hombre, quizás en un cuantos años, pueda llegar a hibernar. Toda una aspiración asombrosa, una segunda posibilidad al escape. Jugar con el tiempo. Pero siempre jugaremos, porque siempre se despierta. Porque quien no despierta no vuelve jamás. Y los pecados siguen ahí, a veces invisibles, a veces maestros torturadores. Los fallos, los errores. El hambre, la guerra, el odio: la ambición. Un volcán que amenaza a toda Europa. Un terremoto que destruye un país en unas cuantas horas. Ya… uno acaba aprendiendo que no se puede escapar de la vida. Que el olvido no es olvido, es un engaño momentáneo del subconsciente. Que somos lo que somos, por más que nos disfracemos, y que, joder, por mucho que hibernemos no podremos llegar a ser osos.



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