Author: Marta Álvarez Martín
•23:35

Nunca había encontrado el sentido de tener el calefactor de mi habitación debajo de la ventana. Me había pasado todo el invierno quejándome. ¿A quién se le había ocurrido esa espléndida idea? Mi cama está justo en el lado contrario, y el escritorio y la silla también están lejos. ¿A quién le iba a dar calor? Luego se me ocurrió la idea (yo y mis ideas) de usarlo para poner la ropa mojada y que se secara antes. Todo un avance. Antigua practica de mi abuela (mi querida abuela que ahora vive hacia atrás) que me calentaba siempre el pijama y la toalla cuando me duchaba por las noches en su casa (confieso que yo aquí siempre lo hago… que gusto ponerse la ropa calentita). Pero hoy, curiosidades de la vida, me ha parecido que lo mejor de mi habitación era tener el calefactor debajo de la ventana. Hoy ha sido uno de esos pocos días en los que me había levantado temprano para hacerlo todo (la conciencia… que después de una noche de fiesta de la cual no recuerdo nada me pide que haga algo productivo con mi vida). Así pues, me levanté, me duché, saqué la comida del día, me fui a hacer la compra, me puse a hacer la comida (a las 12:30 de la mañana… welcome to italian life) y mientras se hacía me quede esperando a que llegara mi casera para pagarle el affitto (el alquiler). Y llegó ella un poco tarde y exhausta. Ciao Flavia! Come va? Fa freddo fuori? “Nevica” me contesta. Uf… ¡todo el día a la mierda! Cambio de planes. Yo, tan ilusa como simpre, espero a que pare de nevar; pero que va, no para. No puedo ir a la Universidad porque está en la montaña y el pulman (autobús) cuando nieva no sube (¡oh! Qué pena..). Esta noche habíamos organizado un botellón… pero me parece que no va a ser posible (mierda). Así que nada, un maravilloso día en casa. ¿Y ahora qué coño hago? Ordeno la habitación (suceso extraordinario), limpio el cuarto de baño (wow ya tengo que estar aburrida), termino de hacer un ejercicio de clase (increíble…) y me quedo sin cosas que hacer. Y se me ocurre (yo y mis ideas) ponerme a mirar como nieva a través de la ventana. A veces es verdad que las cosas más simples son las más hermosas.

En Cádiz y en Sevilla no nieva nunca. Pero le tengo especial cariño a esos días lluviosos de invierno en casa, en el sofá y con una manta, viendo la tele y asomándome de vez en cuando a la ventana para ver a la gente mojarse y a los coches pasar. Es algo maravilloso. Tú dentro y ellos a fuera. Tu seco y ellos mojados. Tu caliente y ellos tan fríos. ¡Qué plácido se vuelve el calor del hogar! Pero observar nevar es distinto. Teramo es una ciudad distinta. Desde mi ventana no veo una larga avenida con coches, veo y arboles casas y un parque. Me paso más de media hora, cual niña embobada, mirando a través de la ventana, como si esperara a que sucediera algo. Pero no sucede nada. El paisaje nevado es un paisaje desértico, inhóspito. Es un paisaje de soledad. Pero de una soledad mística, aurea. Ves como la nieve cae, tan frágil, en finos copos que se convierten en agua sobre tu mano, y como, poco a poco, van creando un sólido y duro manto blanco de nieve sobre la tierra. Copo a copo, cual desierto nevado. Es fantástico. El tiempo parece detenerse. Todo ocurre muy lento. No es como esas lluvias torrenciales que enseguida forman charcos. La nieve es mucho más sutil, más elegante. Cae lentamente y todo es mucho más visible y mesurable. La magia de la primera vez conmueve corazones.

Ahora, tumbada en mi cama, escucho de fondo el sonido de la nieve. Es un sonido menos constante que el de la lluvia pero más contundente. Resulta irónico que esa majestuosidad de la nieve sea tan fugaz: apenas unos rayos de sol y no quedará nada. El manto blanco se transformará en agua, y el agua irá a la tierra o al cielo, según quién gane la batalla. La naturaleza nunca nos quejará de sorprender. Nunca. Desde mi paisaje helado pienso en mi ciudad, en mi familia y mis amigos que ahora están bajo una lluvia incesante. Pienso en las vidas que ya no lo son por el fulgor de la tierra. En estos tiempos tan locos donde todo es lo mismo pero mucho más veloz. Después de todo, no fue tan mala idea poner un calefactor bajo una ventana. La belleza del frío solo es capaz de admirarse desde el calor.

|
This entry was posted on 23:35 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.

2 comentarios:

On 9 de marzo de 2010, 23:58 , Antonio D.V. dijo...

¡ FANTÁSTICO ! se que sabias que me iba a gustar ,, lo sabias!!!!
muy bonito, has descrito tu día tan bien, tan simple, tan fácil de leer y entender, me has recordado a alguien, se de alguien que le encanta esta manera de contar las cosas.

Felicidades Marta, me encanta tu día. Me encanta lo bien que ves y vives las cosas. Un beso, hoy te lo has ganado...

 
On 11 de marzo de 2010, 19:24 , Anónimo dijo...

Hola, Marta:
Me gusta como escribes. Casi me estaba entrando frío y todo. Enhorabuena.