Author: Marta Álvarez Martín
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Dicen por ahí que murió una niña de cabellos dorados y tirabuzones infinitos. Una niña que siempre sabía sonreír y que soñaba en poesía. Una niña que se divertía coloreando las nubes y oliendo la fruta fresca.

Dicen las malas lenguas que todas las noches le pedía un sueño a una estrella. Y le susurraba a las flores las canciones más bonitas de la tierra. Dicen que mataba las horas contando las piedras del suelo, limpiando el polvo de los rincones más difíciles, peinando a las muñecas sin cabellos.

Dicen también que ella era hija del mar y amiga de las sirenas. Que sus castillos de arena eran los más hermosos de la playa. Que jamás se perdió al descubrir el “Nuevo Mundo”. Que sus manitas siempre encontraban las conchas más coquetas.




Dicen por ahí que no había alegría más sincera, ni flor más radiante, ni sabor más dulce que el de aquella niña de piel canela.


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2 comentarios:

On 31 de diciembre de 2008, 9:37 , Anónimo dijo...

Me gusta. Pero sigo sin saber quien mato a la niña, jejeje. En serio, me gusta mucho como describes la belleza e inocencia de la niña.
Esta muy conseguido.
Un saludo. Carlos

 
On 2 de enero de 2009, 11:47 , Anónimo dijo...

La mató la edad, la enfermedad que otros llaman madurez. Todos hemos sufrido ese homicido en primera personas, algunos más precoz y voluntariamente que otros, pero todos sin excepción...