Author: Marta Álvarez Martín
•1:52

La vida no es una fiesta. Todos sonríen ante todos, porque todos lloramos a escondidas. Todos intentan mostrar una imagen impecable, porque todos tenemos muchas cosas que ocultar. Porque la vida no es tan sencilla. Ni es una fiesta. Y yo lo sé ya. Y muchos aún no lo saben. O no lo quieren saber. Y esa es mi condena, pero también mi mayor virtud. Y me cansa… Me cansa ver tantas risas apagadas, tantas copas vacías, tanto amor que se queda en palabras, tanta amistad mal dicha y mal nacida, tanto odio derramado en una mirada y tanta envidia infundada, porque en este mundo, señores, la perfección no existe. Sinceramente, me cansa tanta falsedad. Porque tú y yo sabemos que la vida no es una fiesta, o por lo menos, no el tipo de fiesta que casi todos se imaginan. Porque la vida también es llorar y es sufrir. La vida es siempre luchar por la vida. Y si fuera fiesta, seria la de los vencedores, lade los que aprenden a mirar las cosas sin cerrar los ojos, la de los intentan sobrellevar lo mejor posible su tiempo disponible, sin querer herir a nadie, porque ya tienen todas sus deudas pagadas. Y si uno no conversa consigo mismo, jamás podrá descubrirse, ni saber de qué carece para suplantar el vacio. Y amigos mios, no se engañen, que todos pensamos, por mucho que algunos quieran evitarlo. Pero no se puede evitar ser humano. A ver si todos aprendemos que uno no puede evitar ser lo que uno es, por más que se disfrace. Y es que hasta el Carnaval termina acabándose...

Author: Marta Álvarez Martín
•4:59
He visto ya demasiadas veces sus ojos. Ha venido tantas veces a visitarme… La sabiduría no es más que resignación. La melancolía parece ser el estado habitual del poeta errante, ese que ya no escribe versos sino estrofas que hablan de dolor. Del dolor que produce la soledad. De la incomprensión total y absoluta. Es ese Dios que creamos, esa perfección, la que nos atormenta. Los límites y las fronteras. El Tú y el Yo. El Yo contra los demás. La belleza áurea que perseguimos por doquier sin llegar a explicarla, sin saber cuál es su esencia. Todo nos mata, porque nuestro destino es morir. Porque sin muerte no hay vida. Porque lo único que nos importa es la vida, y es también lo que más odiamos. Nadie odia un grano de arena. Y sin embargo todos somos granos de arena. Porque todo es lo mismo. Aunque cuán diferente nos parece todo. Pero yo, yo he visto tantas veces sus ojos… Ha venido ya demasiadas veces a visitarme.
Author: Marta Álvarez Martín
•15:19
Volver allí es siempre regresar. Regresar a las casas de piedra, los tejados rojos, los muros marrones. Al verde que todo lo envuelve. A esa atmósfera húmeda y esas nubes grises que siempre acechan. Y que todo lo riegan. A una melodía de una gaita que resuena en mi interior. A una taberna con el suelo lleno de pienso y olor a sidra. Al irresistible sabor del cabrales. Y al marisco, la carne roja, la fabes… A los “fillos” y los “guajes”. A las excursiones improvisadas. A los ríos de agua fresca y deliciosa y a las interminables montañas. A las calas rocosas del Atlántico. Y a volver a ver a una abuela que grita compañía en un extraño lenguaje, con mucho mimo. Y a unos tíos y unos primos llenos de cariño. Pero sobre todo, a sentir su invisible presencia. Su eterno recuerdo. Su intenso dolor. Su ser esparcido en cada rincón de su tierra. Esa es mi Asturias. Y por eso, siempre tendré el corazón partido en dos. Con una espina clavada en el centro. Puede que no esté aquí, pero para mí siempre está.